La operación consiste
en la sustitución de la córnea enferma por otra córnea
sana, procedente de una persona fallecida que la ha donado
al Banco de Ojos.
La queratoplastia penetrante es una técnica
de trasplante que conlleva la sustitución de todas las
capas de la córnea, a diferencia de la queratoplastia
lamelar, donde se dejan las capas más profundas
de la córnea del paciente. Cada técnica tiene unas determinadas
ventajas, riesgos e indicaciones.
Los riesgos más importantes derivados de la anestesia
(locorregional o general), si bien son muy poco frecuentes,
son los siguientes: ptosis palpebral, hemorragia retrobulbar,
oclusión de la arteria central de la retina, lesión del
nervio óptico, perforación del ojo, complicaciones cardiorrespiratorias
de intensidad variable (eventualmente mortal) y reacción
tóxico-alérgica.
Las posibles complicaciones
más importantes, derivadas de la propia intervención quirúrgica
y/o de los tratamientos asociados, son las siguientes:
· Pérdida ocular por
hemorragia expulsiva o por infección grave (endoftalmitis,
panoftalmía), cuya incidencia es inferior al 1% de las
intervenciones.
· Luxación del cristalino, pérdida del líquido interno
del ojo (vitreorragia).
· Filtración de la herida por mal cierre de la misma,
que obligue a dar nuevos puntos de sutura en el postoperatorio.
· En el caso de la queratoplastia lamelar puede ocurrir
una perforación corneal intraoperatoria, que obligue a
realizar una queratoplastia penetrante.
En
el postoperatorio (precoz, medio y/ tardío) puede complicarse
con fracaso del injerto corneal, úlceras corneales, infecciones
oculares (conjuntivitis, queratitis, endoftalmitis), reapertura
de la herida, rechazo del trasplante, aumento de la tensión
del ojo, cataratas, y otros problemas menos graves.