Oftalmología: Cirugía de Catarata.    


 

La catarata consiste en la pérdida de transparencia del cristalino debida a diversas causas (edad, corticoides, inflamaciones, traumatismos, congénitas, enfermedades generales). Esta alteración provoca una disminución progresiva de la visión.

La operación consiste en la extracción del cristalino opaco, con o sin colocación del cristalino artificial (lente intraocular). La técnica habitual es la facoemulsificación (operación con ultrasonidos), aunque a veces puede estar indicado otro tipo de intervención. Es muy importante la colaboración del paciente, ya que en la mayoría de casos se realiza bajo anestesia local (tópica o periocular). Generalmente se trata de cirugía ambulatoria, es decir el paciente no queda ingresado en el hospital y se va a su domicilio, precisando revisiones posteriores.

El único tratamiento de la catarata es la intervención quirúrgica. En la gran mayoría de pacientes no existe peligro si no se opera la catarata, salvo el inconveniente de disminución de la visión. A veces puede producir complicaciones como aumento de la tensión ocular o inflamaciones, precisando la operación con mayor o menor urgencia. En algunos casos la operación está indicada para mejorar la visualización de la retina con el fin de facilitar el seguimiento de enfermedades retinianas o aplicar otras técnicas (láser, angiografías).

Si la catarata es total o severa, la falta de transparencia impide valorar el interior del ojo (retina, nervio óptico), por lo que no puede garantizarse un buen resultado visual tras la cirugía.

Los riesgos más importantes derivados de la anestesia (tópica, locorregional o general), si bien son muy poco frecuentes, son los siguientes: ptosis palpebral, hemorragia retrobulbar, oclusión de la arteria central de la retina, lesión del nervio óptico, perforación del ojo, complicaciones cardiorrespiratorias de intensidad variable (eventualmente mortal) y reacción tóxico-alérgica.

Las posibles complicaciones más importantes, derivadas de la propia intervención quirúrgica, consisten en la pérdida visual severa e irreversible causada por una hemorragia expulsiva o por una infección grave (endoftalmitis, panoftalmía).
Hay una serie de complicaciones graves que en algunos casos requerirán una segunda operación para intentar solucionarlas:

  • Pérdida de transparencia de la córnea, que precise un trasplante corneal.
  • Desprendimiento de retina, cuyo riesgo aumenta después de la operación de catarata.
  • Glaucoma o aumento de la tensión del ojo.
  • Infección o inflamación crónica, que aparezca varios meses o años tras la cirugía.
  • Cierre defectuoso de la herida.
  • Pérdida de vítreo y/o hemorragia intraocular.
  • Rotura de la cápsula posterior con o sin caída del cristalino al interior del ojo (cámara vítrea).
  • Deformidad de la pupila, sensibilidad anormal a la luz (fotofobia), visión doble, caída del párpado, opacificación de la cápsula posterior.
  • Problemas relacionados con la lente, como dislocación, potencia inadecuada, inflamación secundaria.
  • Defecto de refracción o graduación importante.
  • Lesiones o enfermedades de la retina, como maculopatías.

La visión puede no recuperarse aunque la operación de catarata sea satisfactoria si existen lesiones en otras partes del ojo (retina, nervio óptico), en la órbita o en el cerebro (ojo vago, alteraciones de la vía óptica).

En la mayoría de los casos es necesario usar corrección óptica después de la cirugía, generalmente gafas de lejos y/o cerca.


 


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