CIRUGÍA ONCOLÓGICA DE LA CAVIDAD BUCAL, CARA Y CUELLO
Las tumoraciones que afectan a la cara en sus diversas estructuras (boca, nariz, fosas nasales, senos, órbitas), pueden ser benignas o malignas. Las benignas pueden producir invasión local, pero no dan metástasis en los ganglios del cuello ni en el resto del organismo, al contrario de las malignas.
La cirugía es el tratamiento habitual de las lesiones benignas. Según el tamaño de las mismas, el tratamiento quirúrgico puede afectar a las estructuras vecinas, para eliminarlas como margen de seguridad o para reconstruir el defecto quirúrgico.
Para las tumoraciones malignas, existen tres tipos de tratamiento, con frecuencia utilizados en forma combinada, estos son: la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia.
La cirugía en estas lesiones malignas, consiste en extirpar la zona afectada con amplios márgenes de seguridad, incluyendo así una parte importante de tejido sano. Además, en ocasiones, de forma preventiva o curativa, es necesario hacer una limpieza de los ganglios del cuello. Consigue sola o asociada con otros tratamientos, un importante número de curaciones.
Para intentar reconstruir los tejidos eliminados: piel, mucosas, músculos, nervios, huesos, etc., se hace necesario utilizar técnicas complejas de reconstrucción, en ocasiones microquirúrgicas, y empleo de injertos: del propio paciente, de banco de tejido, o artificiales, produciéndose a pesar de todo alteraciones estéticas y/o funcionales, y pérdida parcial o total de órganos sensoriales.
Por lo tanto es una cirugía larga y delicada, que puede incluir el uso de traqueostomía profiláctica, generalmente temporal, permanencia postoperatoria inmediata en UCI, y dispositivos especiales para alimentar al paciente hasta que pueda hacerlo por él mismo.
En ocasiones, son necesarias cirugías posteriores: como reconstrucción diferida, para corregir secuelas o para tratar recidivas del tumor.
El tratamiento de los tumores malignos de cabeza y cuello, no está libre de complicaciones, tales como: infecciones, seromas, hemorragias graves, rechazo y/o pérdida del injerto, complicaciones respiratorias y/o cardiovasculares e incluso el fallecimiento del paciente. Además de las secuelas propias de la extirpación del tumor que dependen de su localización exacta.
Si surgiese cualquier situación inesperada durante la intervención el cirujano puede realizar cualquier procedimiento o maniobra distinta de las indicadas en este documento, que a su juicio estimase oportuna para el tratamiento